viernes, 17 de julio de 2015

Un día en Chile

Suena el despertador, por un momento dudo de dónde estoy. Demasiados viajes últimamente. Noto un ligero dolor de cabeza, la segunda botella de Finis Terrae no fue buena idea. Aunque, al menos, la cena en Europeo estuvo a la altura. En mi lista lo coloco como top 3 de Santiago, el mejor steak tartare (preparan el aliño delante de ti, a tu gusto, un buen detalle). Hago 50 abdominales antes de levantarme y lo único que consigo es intensificar el dolor de cabeza, me tomo un paracetamol y me voy a la ducha.

Llego al bufet de desayuno, doy los buenos días a mis compañeros y veo que la rubia (perfectamente peinada y quizá demasiado perfumada) me está haciendo ojitos, le doy los buenos días y le guiño un ojo. Pienso: “un poco pronto para estos jueguecitos, ¿no?”.

Cojo un cappuccino y una tortilla, me como la mitad y voy a la oficina (en Moneda con Bandera). Después de cinco semanas, hoy vuelvo a España.

Las últimas reuniones pasan rápido. Me despido de la gente (sí, también de la rubia) y salgo hacia el aeropuerto, el vuelo sale en tres horas.

En el check-in lo único que me preocupa es que mi asiento esté en la columna central, en Business es la mejor.

Llego a la sala vip. Nada más entrar, me cruzo con José Luis. Está saliendo del spa (nota mental: darme un masaje en el spa de una sala vip). Él es uno de esos pocos directores a los que te querrías parecer. Pelo blanco, unos 60, pero en buena forma y todavía moreno de su último Marathon des Sables.

Mientras busco un buen sitio para sentarme pasan por mi lado dos chicos, les oigo hablando de trading con algo de acento extremeño, uno más que el otro. Tengo la extraña sensación de que ésta no es la última vez que se cruzan nuestros caminos.

En el avión elijo –de nuevo– “Un buen año”. Me quedo dormido antes de que acabe.

Una turbulencia me despierta. La película está acabando, justo en la escena en la que Fanny enseña palabras en francés a Max en la terraza del château. Arbre. Oiseau. Yeux. De fondo suena “Wisdom”. Debo de estar en medio del Atlántico, me levanto a comer algo.

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